viernes, 9 de abril de 2010

Cambio este montón de neuronas por un pene más grande

Voy a escribir de lo triste que te pones cuando sonrío,
de la de poyas imaginarias que te comes
en ascensores que nunca bajan.

Voy a hablar de tu madre soñando con el divorcio,
de tu hermana pequeña bebiendo vodka barato en el parque,
de tu padre borracho durmiendo en la escalera.

De mi amigo a ciento sesenta por una carretera secundaria,
de todas esas muertes que me sobran los domingos,
de que nunca seas la actriz principal
del tanatorio de la calle de mi alma.

Voy a soñar despierto con romper un matrimonio,
con perseguirte por centro comerciales
y hacerte malabares en el coño
en un probador de ropa premamá.

Voy a cambiarme de sexo si te haces lesbiana,
a doblar al tailandés todos los te amo
que le he dicho a otras mujeres pensando en ti
y tatuármelos en la espalda
para que me leas sin verme arquear los ojos
cuando me comienzo a sonrojar.

Voy a tener un hijo, o dos , o tres,
a contratar canguros venezolanas con las tetas grandes
para poder tener erecciones después de los cuarenta.

Tendré depresiones y cicatrices en la muñeca
y una enfermedad terminal
de tanto fumar mientras te espero.

Me jugaré el reloj en una partida de póker clandestina
perderé a conciencia para no saber las horas
en las que te echo de menos.

Me follaré a la dama de picas mientras le cuento,
que la verdadera suerte era tenerte cada noche
y que nuestros pies hicieran el amor bajo las sábanas.

Voy a beber en bares donde la pasión
dura quince minutos y es fingida.

Voy a mentir, a odiar, a drogarme,
a buscarme para encontrarme y para volverme a perder,
a reír, a llorar, a maldecirte,

pero sobretodo voy a olvidar,

a olvidar
que no olvido
que no puedo olvidarte.