jueves, 27 de enero de 2011

Si cierro los ojos hasta veo focas (y no me estoy acordando de tu madre)

Si la semana tuviera ocho días
ella me dedicaría uno entero para mí.

-Tengo trabajo, lo siento.
Y la entiendo.

Como entiendo su falta de cobertura
o que no me coja el teléfono.

Me llevo muy bien con la muchacha de su contestador,
creo que se llama Ana,
la muchacha me refiero, no ella,
ella se llama como le sale del coño.

Por cierto el coño:
La de locuras que puede hacer un hombre
por unos simples labios.

En fin......
pues eso a lo que iba,
como le sale del coño se llama,
a veces amor,
otras deseo
y la mayoría da igual como la llames
porque ni aparece.

Yo creo que se folla a ella misma frente al espejo,
tiene que excitarse por fuerza si se ve.
Es lógico.

Diez años de mi vida daría yo por ser multiorgásmico,
mujer no, eso nunca,
bastante tengo ya con esta adicción a los tacones
desde este lado.

Que oigo el repiqueo y erupciono
y luego me enamoro
y en las siguientes tres centésimas ya estoy de rodillas.

Tiene acento del norte,
se llama Ana, seguro,
le estoy cogiendo mucho cariño.
Espero que no me la quite
con un absurdo politono.

- !Ay Ana si supieras cuanto la quiero!

Y Ana a lo suyo.
Es fría sí.
Pero no importa.

Estoy acostumbrado a la gelidez
desde que me encapriché de la antártida.

Si la besas en la boca mucho rato
puedes suprimir el hielo de las copas.

Y ahora comunica....joder

No se porque los lunes se llaman lunes
en lugar de tener mi nombre
que ahora seguramente ella estaría
trepándome la espalda con las uñas.

domingo, 16 de enero de 2011

La nostalgia siempre lleva la falda demasiado corta

Ayer escuchaba Penélope la de serrat,
ya sabes aquella canción que te hacía temblar
bajo las sábanas como a una rosa en otoño.

Y me acordé de las estaciones que no vieron nuestros abrazos,
del olor a champú de coco de tus axilas
aquella vez que prometí besarte
donde aún nadie había posado antes los labios.

Y recordé lo mucho que me gustaba tu vestido verde
y verte fumar mirando un punto fijo
y tus pies que apenas se levantaban del suelo
cuando caminabas con el culo erguido
por las pasarelas de aquella ciudad
que tenía tu nombre
antes del suyo.

Mientras los acordes me inundaban de nostalgia,
aparecías por mi memoria con esa sonrisa de lluvia
y esos ojos que parecían haber visto a dios masturbándose
en la última playa no nudista de tu isla.

Y me emborraché,
primero de tu ausencia
y luego de vodka,
después de los labios de aquella fotografía que me regalaste,
gastada ya de que mis ojos se la coman
los lunes que no nos pertenecen.

Todos.

Ya.

Que no hay semanas.

Desde ti.

Sigo siendo el mismo estúpido que se enamora en la cola del cine,
¿recuerdas tú con dos coletas
y aquella falda a cuadros que mentía sobre tu edad?.
-¿Quieres ser mi próxima ex?-

Y tu sonrisa de muslos desnudos
mientras Brad adicto a la adolescencia
me observaba con envidia desde la pantalla.

A veces no duermo solo
y hago las misma promesas que una vez te hice a ti
y luego otra vez
hasta que se rompen de desgaste
como las tuyas
que te cansaste de esperar sin esperanza
a un hombre que no era yo
pero el amor ni siquiera nos dejó descubrirlo.

El amor es como un cristal lleno de vaho.
Nunca deja ver otro horizonte.

Ahora soy yo el que vagabundea por la estaciones
buscando en los bancos tallados con tus palabras
a una mujer que ya no eres pero que siempre has sido
mientras los trenes descarrilan una tras otro
por este corazón de porcelana.

Ahora que las matemáticas ya no suman,
solo restan
y tu recuerdo se aferra a las plantas de mis pies
tanto,
que no puedo caminar sino es contigo.

Mis ojos húmedos mientras la voz ronca del cantautor,
hacen que todos los mares quepan en un pañuelo
y me arranco las lágrimas con los dientes
mientras la última ola de mi párpado derecho
me moja por dentro con tu vacío.

Yo nunca seré nadie ya,
NADIE,
pero tú amor que no llegaste,
siempre serás Penélope,
la de Serrat,
la mía,
la nuestra.

martes, 11 de enero de 2011

........Y ahora soy un charco

Detrás de cada mujer a la que amo,
siempre hay un hombre al que odio.
Es inevitable.

Como lo sería no pensar en ser burbujita
cuando el equipo español de natación sincronizada
se inventa bajo el agua una ciudad
con nombre de medicina para el alma.

Que iba a llover.
Eso dijo el hombre del tiempo el hijo de puta
y ahí está ella tras mi ventana
esperando el autobús
con un ridículo paraguas en la mano
mientras los rayos del sol la iluminan
como si se tratara de una artista de hollywood.

Podría serlo.
Una mezcla entre mi Charlize
y vuestra Penélope.

Mientras bordeo con el índice su silueta en el cristal
pienso en lo bien que le queda
el uniforme a la cajera del súper,
en lo mal que le está sentando el régimen
a mi vecina de abajo,
en "ella" tocando el violín con las pestañas
en algún barrio marginal de París.

"Toda mujer que te mande postales desde París está muerta
y si aún respira mátala"

Odio los autobuses,
los odio desde que la magia
viaja en los asientos traseros
en direcciones siempre contrarias
a lo que debe ser mi camino.

Y me pongo triste
y cuando me pongo triste necesito un trago
y bajo las escaleras de tres en tres
y la calle hambrienta.....
me traga....
a mí,
que estoy hecho de escamas.

Es demasiado complicado ser un pez en el asfalto.

Aún están las farolas perfumadas con tu aroma,
estoy seguro que cuando bostezas
te crecen margaritas en la punta de la lengua.

Lo sé porque he visto la primavera en tu cruce de piernas.

Sol por la tarde. Eso dijo.
Con la sonrisa repleta de isobaras
y ahora una nube del tamaño de mi soledad
llora tu ausencia sobre mis hombros.

Un poco más al norte,
una chica se baja de un autobús y sonríe,
y abre su paraguas con la habilidad adquirida
de alguna película disney
mientras una rebelión de gotas furiosas
sueñan con desembocar en su piel.

Exactamente como yo.

martes, 4 de enero de 2011

Viaje al interior de mi cerebro

No hay un solo perro en toda la ciudad
que no sepa tu nombre.

Les he hablado de ti,
les he informado,
de que tú a tu manera
perteneces a su raza.

Tal vez un doberman
o uno de esos con los ojos diminutos
y la cabeza enorme,
que invitan a la caricia
y cuando menos te lo esperas
te arrancan medio brazo de raíz.

Deberías saber que he aprendido a odiarte
y salir ileso de ello,
a que el lado derecho de la cama
ya no me parezca una batalla perdida.

He aprendido que el mundo no comienza en tu cintura,
ni acaba con una de tus postales sin remite
desde algún pueblo remoto al oeste de saturno.

También he sido malvado, si,
he comparado continuamente a tu madre con un reptil,
tu hermana la mayor ha sido la actriz principal
de mis últimas veinticuatro masturbaciones
y he deseado con todas mis fuerzas
que una ola de un mar cualquiera
te arranque el bikini en una playa
repleta de mujeres con complejos.

Al fondo de la habitación me observan tus zapatos rojos,
bendito treinta y siete que mantiene
el brillo que alguna vez le dio mi lengua.

Están en la misma posición que los dejaste
a veces encima me invento tu silueta
y bailas
y flotas
y desapareces,
una y otra vez.

Como antes.

Como siempre.

Y te maldigo.

Y multiplico todo lo que te detesto
por la cantidad de caricias que aún me debes
y siempre sale el número exacto
de lo que te quiero todavía.

Ojalá alguien me regalara un corazón teledirigido
y poder esquivarte hasta que echarte de menos
no sea más que una frase vacía.

Como tu alma.

Sólo quería decirte que sí,
que soy culpable,
de este asesinato tuyo aunque sea ficticio.

"y es que no hay día que no desee tu muerte
si no vuelves conmigo".

Y creo que a esto los entendidos
también lo llaman amor.